Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré los efectos de la delincuencia en la economía mexicana, y en este tenor, les tengo dos noticias: una buena y una mala:
A. La buena, es que se ha elaborado un estudio para medir los efectos de los actos delictivos en la economía.
B. La mala, es que los resultados muestran que ante un aumento del 20% en la delincuencia, el Producto Interno Bruto se contrae en 3%.
La percepción de inseguridad de la población ha aumentado, y esto no es para menos, en los últimos años son cada vez más frecuentes y numerosos los conflictos relacionados con la delincuencia y la violencia. Esto representa un problema ya que los delitos en general se han convertido en un común denominador de la vida diaria, lo que entorpece la actividad económica y provoca daños en el bienestar social.
La inseguridad es un tema fundamental en la agenda política nacional y la academia tiene la responsabilidad de aportar conocimiento, información y propuestas relevantes que ayude a la eficaz intervención del gobierno en su abatimiento.
Existen distintos enfoques que explican los motivos que intervienen en la decisión de un individuo de cometer o no un acto ilícito. Destacan entre ellos el biológico, el psicológico, el social, y, por supuesto, el económico, ya que todo tema que esté relacionado con la toma de decisiones y la elección le compete a la economía.
En mi enfoque, la criminalidad se entiende como un hecho económico sujeto a la racionalidad, es decir, que no se trata de un evento irracional, sino que tiene una finalidad precisa. Veamos, de forma simplificada un individuo tiene dos opciones: en la primera, ser honrado, ganar un salario y caminar sin problemas por la calle; en la segunda, ser deshonesto, apropiarse de la riqueza de los demás, pero con el riesgo de ser detenido por la policía. El individuo evalúa con base en su criterio y la eficacia con que opera el sistema judicial y toma la decisión de delinquir o no identificando que le es más provechoso. Un elemento fundamental en esta disyuntiva es la probabilidad de ser atrapado, culpado y sentenciado; como sabemos en el país esta probabilidad es muy baja.
En México, la mayoría de las investigaciones relacionadas con este tema han buscado las causas de la criminalidad, olvidándose de sus consecuencias. Todavía es menos frecuente encontrar trabajos que midan sus costos. En la facultad de economía de la UNAM, el licenciado Villar presentó una tesis que cuantifica los efectos de la delincuencia en la actividad económica a través de un modelo de estadística robusta (en términos técnicos un modelo macroeconométrico estructural), encontrando dos hallazgos fundamentales:
En primer lugar, la investigación mide el efecto que tiene la actividad delictiva sobre la inversión privada. Se presume que la delincuencia genera costos para los empresarios, por ejemplo deben contratar mayor número de vigilantes, lo que reduce la competitividad de sus empresas. El estudio indica que un incremento de 20% en el número de delincuentes ocasionaría una disminución de 17% en la inversión privada, lo que a su vez provocaría una caída del producto interno bruto de 3%.
En segundo lugar, se identificó que en caso de establecer una política judicial en la cual el número de condenas aumentara en un 20%, causaría un efecto de disuasión, lo que disminuiría la delincuencia en 6%. Esto se explica porque los delincuentes estarían menos dispuestos a correr el riesgo de ser castigados, ya que al aumentar la probabilidad de ser capturado aumentaría su costo de perder su libertad.
Estimado radioescucha, es necesario que el gobierno habrá su mente y escuche voces nuevas que proponen políticas eficientes para disminuir los delitos en el país. Los hallazgos de la investigación que estoy refiriendo indican que ante un aumento de las condenas en 20% la delincuencia disminuiría en 6%, lo que a su vez aumentaría el producto interno bruto en 1%. Ello sin considerar todas las cosas incuantificables que se sumarian, tales como la tranquilidad, confianza y felicidad. Como decía la abuela “El que mata a puñaladas, no puede morir a besos".
viernes, 24 de junio de 2011
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