Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré las facturas digitales, y en este tenor les tengo dos noticias: una buena y una mala.
A. La buena, es que se podrá evitar de manera parcial el uso de facturas apócrifas y se evitarán los elevados costos que implica su impresión en papel.
B. La mala, es que se tendrá que contratar el servicio de un proveedor de certificación autorizado para validarse por el Servicio de Administración Tributaria.
Desde enero de este año, entró en vigor un nuevo esquema de deducción de impuestos, mediante el cual el fisco pretende evitar el uso de facturas falsas, a través de la expedición de facturas electrónicas para personas físicas y morales.
De acuerdo con datos del Servicio de Administración Tributaria (SAT), entre 2006 y 2008 se detectó en el país a cerca de 5 mil contribuyentes que utilizaron facturas falsas, lo que representó una pérdida fiscal de casi 40 mil millones de pesos. Con la entrada en vigor de la factura electrónica se espera erradicar esa cifra paulatinamente.
Los con¬tribuyentes que obtengan ingresos anuales por más de cua¬tro millones de pesos es¬tán obligados a emitir comprobantes digitales; quienes perciban ingresos me¬nores a cuatro millones de pesos al año pueden emitir com¬probantes en papel solicitando los requisitos al SAT.
A partir del 1° de enero de 2011, los contribuyentes que expidan factura electrónica deberán contratar los servicios de un Proveedor Autorizado de Certificación, tal como sucede con la emisión de los comprobantes en papel, con la diferencia de que se in-corpora digitalmente un sello de autorización del SAT. Estos proveedores se encargan de generar el comprobante y enviarlo al contribuyente. También generan el reporte mensual y se lo envían al contribuyente para que éste lo presente ante el SAT.
La factura electrónica tiene la misma validez que una factura impresa; ambas sirven para comprobar la realización de una transacción comercial entre un comprador y un vendedor, comprometer la entrega de un bien o servicio y obligar a realizar el pago correspondiente. Es utilizada por el comprador y por el vendedor como comprobante ante las autoridades y en las auditorías internas. Igual que en el proceso tradicional, la ley obliga a todos los contribuyentes a conservar las facturas electrónicas por un periodo mínimo de cinco años en el formato original (XML). A pesar de lo complicado que esto suene, la factura electrónica no ha sido diseñada sólo para las grandes empresas, también está al alcance de las pequeñas y medianas (PYMES) y de las personas físicas.
El uso de la factura electrónica tiene grandes beneficios, entre ellos, reducir tiempos y procesos administrativos, disminuir los costos del proceso de facturación, facilitar los procesos de auditoría y, muy importante, disminuir la posibilidad de falsificación, ya que se estima que a una persona le llevaría 10 años descifrar el código del sello digital, en comparación con los 30 minutos que le tomaría a un falsificador copiar una firma en papel. Se estima que almacenar una factura impresa por 5 años implica un gasto que oscila de 160 a 240 pesos, mientras que un comprobante electrónico sólo cuesta 24 pesos, lo que implica un importante ahorro.
Sin embargo, se percibe un recelo por parte de los contribuyentes a usar medios electrónicos porque temen el extravío o robo de su información. De las casi 5 millones de empresas que estaban registradas el año pasado en México, sólo 222 mil contribuyentes optaron por emitir sus facturas electrónicas, de los cuales casi 82 mil son personas físicas y 140 mil personas morales.
Estimado radioescucha, en el país contamos con la tecnología adecuada para emitir comprobantes digitales seguros, además los medios electrónicos reducen el uso del papel lo que trae un beneficio al medio ambiente. Esto, aunado a que su emi¬sión es más barata, ade¬más de que optimiza los contro¬les internos, incrementa la competitividad a nivel local e internacional y genera eficiencia y productividad en la opera¬ción de las empresas. Obviamente, la factura electrónica no resolverá, de la noche a la mañana, los problemas que padecemos en materia fiscal, ello requiere de una reforma hacendaria que transforme a las herramientas de las finanzas públicas en instrumentos eficientes, pero se apunta hacia la dirección correcta. Como decía la abuela “más vale una mala sombra que resistir el sol”.
viernes, 24 de junio de 2011
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