Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré los resultados de la “Evaluación del Desempeño de los Órganos Reguladores en México”. En este tenor, les tengo dos noticias: una buena y una mala.
A. La buena, es que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores “panzó” - como decíamos en la escuela- al obtener un resultado de seis.
B. La mala, es que la Comisión Federal de Competencia, la Comisión Reguladora de Energía y la Comisión Federal de Telecomunicaciones están reprobadas.
Recientemente, el Centro de Estudios Espinosa Yglesias convocó a 30 expertos en el sector competencia, telecomunicaciones, financiero y energía para realizar una evaluación de su desempeño en el país. Dicho estudio analizó la conducta y la eficacia de las Comisiones mencionadas.
En lo general el Centro de Estudios determinó que los entes regulatorios están indefinidos en la orientación de su labor, que carecen de la autonomía necesaria, que están subordinados al humor de los secretarios de Estado y que no fomentan la competencia económica.
Particularmente, la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) está subordinada a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; institución con la que mantiene duplicidad de funciones. Por su parte, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) enfrenta al monopolio PEMEX, con el que no puede, por lo que básicamente se dedica al tema de gas natural. En tanto, la Comisión Federal de Competencia (CFC) prácticamente está impedida a ejecutar sus resoluciones, las que sólo se quedan en el ámbito de recomendaciones que, por supuesto, nadie acata siguiendo con sus prácticas monopólicas. En lo que compete a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), fue la Comisión menos mala de las evaluadas, pero le recomiendan trabajar empeñosamente en el sector de ahorro y crédito popular en donde existen algunas prácticas indebidas.
Estimado radioescucha, cuando una entidad gubernamental tiene la tarea de regular debe cumplir al menos dos funciones: en primer lugar, definir los derechos de propiedad, es decir, debe establecer quien usa, disfruta y dispone de la mercancía regulada por medio de leyes y normas y, en segundo lugar, debe fomentar la competencia y facilitar la libre entrada de las empresas a la industria motivo de regulación. Desafortunadamente, no vivimos en un capitalismo de libre empresa, sino en un capitalismo de compadrazgos y regulacionitis. Ni modo, en esta materia también nos reprueban.
Para el poder de la discrecionalidad soy Miguel Cervantes y estaré con ustedes la próxima semana. Gracias.
viernes, 11 de junio de 2010
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