viernes, 20 de enero de 2012

LA CUESTA DE ENERO

Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré el alza de precios y la consecuente llamada “cuesta de enero”, y en este tenor les tengo dos noticias: una buena y una mala.

A. La buena, es que al cierre del año 2011 la inflación se mantuvo dentro de los márgenes establecidos por el Banco de México al cerrar el año en 3.8 por ciento.

B. La mala, es que con sólo cinco días de ver la luz, el recién nacido 2012, trae torta pero envuelta en una bolsa inflacionaria, tejida con dos hilos conductores, las pérdidas del sector agropecuario y el alza de las tarifas de los bienes y servicios que nos “vende” el gobierno.

Pasada la natural euforia de la navidad y el año nuevo, con sus regalos y los doce deseos, en enero nos encontramos gastados ante un escenario en que los precios de los bienes y servicios han comenzado su escalada. Esta no es una noticia nueva, de hecho, desde hace algo más de tres años, los precios internacionales de los alimentos se han incrementado constantemente incentivados, por aspectos climatológicos, el uso de granos básicos en la producción de biocombustibles y el aumento del consumo de naciones que si han crecido, tal es el caso de China y e India, entre otras.

En México, en pocos días los precios de algunos alimentos se han disparado. Por ejemplo, el precio del kilogramo de huevo subió de 20 a 24 pesos, un aumento de veinte por ciento en tan sólo una semana; el precio del pollo entero pasó de 36 a 40 pesos el kilo, evidenciando un alza del once por ciento. Sobre el arroz mejor ni hablamos. A todas luces, en tan solo unos días, estos incrementos superan la meta anual de inflación de dos a cuatro puntos porcentuales establecida por el Banco de México.

La pregunta obligada es, lo que comúnmente denominados “la cuesta de enero” ¿acaso es una fecha calendario como la navidad o la semana santa o el día de madres que cada año debe repetirse?

La respuesta es un rotundo no. Hay dos efectos que la propician. Por una parte, ante la euforia decembrina algunas personas gastan desmedidamente, incluso tiene que recurrir al crédito para sortear los primeros meses del año, o piden prestado o empeñan sus pertenencias, a veces sin poder recuperarlas. Según el Vocero del Nacional Monte de Piedad, el 90% de los usuarios empeña joyas y relojes, el 10% restante artículos varios que van desde electrodoméstico hasta un vehículo. Por otra parte, el gobierno se aprovecha de una fecha de exacerbada alegría, en donde las familias gozan de los recursos adicionales que les proporcionó el aguinaldo, para subir los impuestos, la gasolina, el gas, la electricidad, las tarifas de las autopistas, pero sobre todo el salario mínimo. De esta forma los ciudadanos, padeciendo una ilusión monetaria decembrina pensaran que lo podrán sobrellevar; pero conforme avanzan los días se dan cuenta que era una quimera, una mera ilusión festiva.

El “generoso” aumento del salario mínimo fue de 4.2%, un aumento espectacular de 2.51 pesotes; ahora podemos aspirar a ganar algo más de 60 pesos diarios. Por lo menos en este año no nos aplicaron la miscelánea fiscal y los impuestos se mantienen.

Estimado radioescucha, la cuesta de enero pareciera que debe repetirse todos los años. Pero esto es falso, quien lo propicia es el gobierno con el aumento de los precios de los bienes y servicios que ofrece, incluido el salario mínimo, el que debería estar relacionado con la productividad, no solo con la inflación. Por supuestos las familias también pueden participar en su erradicación limitando sus gastos decembrinos. Como decía la abuela, “El diablo sólo tienta a aquel con quien ya cuenta”.
Para el Poder de la Discrecionalidad, deseándoles lo mejor para este año, soy Miguel Cervantes y estaré con ustedes la próxima semana, gracias.

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