Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré la entrega del Premio en Memoria de Alfred Nobel en Ciencias Económicas, y en este tenor, les tengo dos noticas: una buena y una mala:
A. La buena, es que el pasado 10 de octubre de 2011 el Banco Central Sueco entregó el premio nobel de economía a dos profesores de renombre internacional: Thomas J. Sargent y Christopher A. Sims.
B. La mala es que a pesar de que el Premio Nobel en Ciencias Económicas se ha otorgado desde hace casi medio siglo, nunca un mexicano ha sido llamado al podio de honor.
Alfred Nobel, inventor y hombre de negocios, conocía la importancia de los desarrollos científicos para el progreso de la humanidad. En 1895, un año antes de su muerte, dejó en su testamento instrucciones para el establecimiento de un fondo que debía ser invertido en “títulos financieros seguros” cuyos intereses anuales habrían de repartirse en partes iguales entre los representantes más destacados de los principales campos del conocimiento en el ámbito mundial.
Los poco más de 31 millones de coronas suecas que Alfred Nobel destinó a la formación de este fondo rendirían intereses anuales por alrededor de 150 mil coronas suecas a precios de 1901, para ser repartidos entre los investigadores que realizaran las contribuciones más importantes en los campos de la física, química, medicina y fisiología, preservación de la paz y literatura. Desde 1901 la Fundación Nobel en Estocolmo, Suecia, ha repartido este premio según las instrucciones del propio Alfred Nobel a algunas de las mentes más brillantes en el ámbito científico y artístico sin ninguna distinción de nacionalidad. Actualmente el premio Nobel es de 10 millones de coronas suecas (alrededor de millón y medio de dólares).
El galardón en Ciencias Económicas por primera vez se entregó en 1969 a Ragnar Frisch y Jan Tinbergen. Desde entonces el premio se ha otorgado en 43 ocasiones a economistas de la talla de Paul Samuelson (1970), Sir John R. Hicks (1972), Milton Friedman (1976), Wassily Leontief (1973), Friedrich Hayek (1974), Gary S. Becker (1992), Robert Lucas (1995), entre otros. Cabe señalar que los ganadores del premio habían sido científicos del sexo masculino, no fue hasta 2009 que una mujer, Elinor Ostrom, recibió el premio compartiéndolo con Oliver E. Williamson.
En este año, Thomas Sargent y Christopher A. Sims fueron premiados por su investigación aplicada a la realidad sobre las causas y efectos en la macroeconomía. Sargent, sobre todo, es conocido por sus aportaciones a la teoría de las expectativas racionales, que en su aplicación práctica indican que las personas no serán engañadas constantemente por los gestores de política económica y que pueden adelantarse a las decisiones de política económica porque constantemente recaban información del mercado. Esto quiere decir, que si una autoridad planea llevar a cabo una política sorpresiva de empleo mediante una expansión monetaria, lo más seguro es que los trabajadores y sindicatos revisen sus expectativas de inflación, lo que derivará en una pugna con las empresas por mejores salarios y pasado algún tiempo la inflación se acelera y el desempleo no disminuye. Las aportaciones de Sims, por su parte, tienen que ver con aspectos metodológicos para estimar estos efectos mediante una técnica econométrica conocida como vectores autorregresivos. Este método, en palabras del laureado, tiene la virtud de estimar relaciones económicas entre variables sin tener que recurrir a fundamentos teóricos.
Orgullosamente, tres mexicanos han recibido el premio nobel; todos egresados de la Máxima Casa de Estudios, la UNAM. En 1982 Alfonso García Robles, egresado de la Facultad de Derecho, ganó el premio Nobel de la paz conjuntamente con Alva Myrdal; en 1990 Octavio Paz, egresado de la Facultad de Derecho, se hizo acreedor del premio Nobel de literatura, y en 1995 Mario Molina premio Nobel de química, egresado de la Facultad de Química, fue galardonado por su trabajo en química atmosférica.
Estimado radioescucha, el premio nobel en ciencias económicas ha visto desfilar a 72 brillantes economistas en 43 entregas, la pregunta obligada es, ¿cuándo un mexicano será beneficiado con este premio? La respuesta es simple, cuando se compita anualmente por las plazas. Como decía la abuela “Premio del trabajo justo, son honra, provecho y gusto”.
Para el Poder de la Discrecionalidad, soy Miguel Cervantes y estaré con ustedes la próxima semana. Gracias
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