Hola Jorge Humberto, es un placer volver a saludar a tu finísimo público. Hoy comentaré el impuesto para combatir la pobreza. En este tenor, les tengo dos noticias: una buena y una mala.
A. La buena, es que nuestro secretario de hacienda, Agustín Carstens, dijo en su comparecencia que la gran mayoría de los mexicanos están dispuestos a pagar el impuesto de 2% al consumo de bienes y servicios.
B. La mala, es que se le olvida a nuestro funcionario un principio básico de economía: todo impuesto es recesivo, es decir, que disminuye el poder adquisitivo de todas las familias; independientemente de su clase social.
B. La mala, es que se le olvida a nuestro funcionario un principio básico de economía: todo impuesto es recesivo, es decir, que disminuye el poder adquisitivo de todas las familias; independientemente de su clase social.
Rothbard, escribió alguna vez que “sólo el estado consigue sus ingresos mediante coacción, amenazando con graves castigos a quienes se nieguen a entregarle su parte. A esta coacción se le llama ‘impuestos’, aunque en épocas de lenguajes menos refinados se les conocía con el expresivo nombre de ‘tributos’- apunta el autor- la contribución es, pura y simplemente, un robo, un robo a grande y colosal escala, que ni los más grandes y conocidos delincuentes pueden soñar en igualar. Es una apropiación coactiva de las propiedades de los súbditos del estado”.
En el sentido económico los impuestos son “pagos de transferencias coactivos que los agentes económicos, consumidores y productores, deben realizar a favor del sector público, llámesele gobierno.
En el paquete económico nos intentan seducir con un proyecto de 70 mil millones de pesos adicionados para abatir la pobreza, recursos obtenidos por medio de la brillante idea de aplicar un impuesto al consumo de bienes y servicios; incluidos los alimentos y las medicinas.
Lo cual suena bien. Si nos preguntan qué opinamos sobre el abatimiento de la pobreza, ningún mexicano estará en contra de medidas que la reduzcan, pero si esta idea nos la quieren vender para aplicarnos un impuesto, entonces, les aseguro que todos estaremos inconformes, más cuando el gobierno, tanto priistas como panistas, han sido incapaces de abatirla; para demostrar esto bastan algunos datos:
Del año 2006 al 2008, la personas en pobreza alimentaría subieron de 14 a 19 millones (del 14 al 18% nacional), con pobreza en capacidades aumentaron de 22 a 27 millones (del 21 al 25%) y las personas con pobreza patrimonial ascendieron de 45 a 51 millones (del 43 al 47% de la población total), en un país con 107 millones de habitantes el hecho que el 47% de nuestra población se encuentre en condiciones de pobreza es obsceno.
Estimado radioescucha, nos dicen que los pobres se verán beneficiados con el impuesto, pero el 40% más pobre de esta nación destina entre el 40 y el 32% de su ingreso tan sólo en alimentos, así que un impuesto de esta naturaleza les afectara más a ellos. ¡No debemos dejar pasar este impuesto!
Para el Poder de la Discrecionalidad, soy Miguel Cervantes y estaré con ustedes la próxima semana. Gracias
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